TRABAJO EN REDES SOCIAL DE APOYO Y
LOS SERVICIOS DE ESCUCHA “HABLANDO ENTRE HOMBRE AL NATURAL, A CALZÓN
QUITADO… EN CUEROS…CUANDO LA ROPA SOBRA”
Cuando los hombres llegamos por
primera vez a un grupo de reflexión buscando quizá ser escuchados sobre algún
problema que estamos viviendo, llegamos temerosos, indecisos, desconfiados,
difícilmente nos podemos visualizar en perspectiva, solo el momento nos
interesa, resolver el malestar que nos genera por un lado lo revuelto que
traemos nuestras ideas y creencias, y por otro, lo afectado de nuestro
emocionar, como plantea Humberto Maturana, una alteración en la biología del
conocimiento y la biología del amar (MATURANA ROMESIN). Lo que no nos damos
cuenta es que nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales
están en juego, a medida que aprendemos a escuchar a otros, poco a poco
aprendemos a escucharnos a sí mismos, iniciamos un proceso creando intimidad,
identificando nuestras propias necesidades, pero sobre todo reconocer y
legitimar las necesidades de los otros. Descubrimos que es necesario aprender a
ser autosuficientes y “HABLANDO ENTRE HOMBRE AL NATURAL, A CALZÓN QUITADO… EN
CUEROS…CUANDO LA ROPA SOBRA” Astalo García (*) 2 creando condiciones para
nuestro bienestar y el de las personas que nos rodean (RAMIREZ HERNANDEZ,
2000). Llegamos a un espacio como éste como si cargáramos con una armadura
pesada y oxidada, ropajes que nos atan y nos asfixian, estas armaduras que
quizá en algún tiempo nos protegieron ahora nos ahogan, nos hacen insensibles,
vulnerables, nos separan del contexto en que nos encontramos (KAUFMAN, 2002).
Si bien en un principio el tema principal de nuestras conversaciones son los
abusos y nuestra violencia o formas de control que ejercemos hacia nuestras
parejas, hacia nuestros hijos, poco a poco van surgiendo temas que han cobrado
facturas en nuestras vidas, por ejemplo, la paternidad, como hijos o como
padres, la identidad, la sexualidad, el trabajo, la discriminación y el
desempleo, entre otros, digo facturas porque el ejercicio de estos roles van
dejando huella, en la salud de nuestros cuerpos, nuestras mentes y relaciones.
Los hombres en los grupos cada quien nos vamos despojando de estas armaduras o
vestiduras, a nuestro propio ritmo, pasando de la reflexión a la confrontación,
preparándonos para la acción. Este ejercicio de “desnudarnos” y hablar
libremente, entre timideces, temores y alegrías implica aprender a deconstruír
mandatos sociales y culturales, aprender e incorporar nuevos códigos que nos
permita crear espacios sociales más saludables, esto de “quitarnos las ropas” y
hablar directo, claro y con gran disponibilidad de escucha, en un principio, es
algo figurativo, pero de una manera
sutil, progresiva, sentida y respetuosa logramos despojarnos de nuestras
vestimentas, permitiéndonos el contacto directo de nuestros cuerpos concretos,
haciendo registro de nuestras sensibilidades y sexualidades, sin requerir
palabras dejamos fluir nuestro emocionar, dejamos que nuestros sentires
respecto a nuestras marcas hegemónicas, referentes paternos o en relación a
nuestros hijos e hijas afloren, identificamos nuestras experiencias con la
homosexualidad y la homofobia, revivimos hechos de violencia ejercida o
recibida. Las metodologías pedagógicas de la educación popular además de los
programas específicos de nuestros grupos, han permitido a través de ejercicios
lúdicos vivenciales recuperar nuestra experiencia corporal, nuestra capacidad
de amar, aprendemos a ser incluyentes, respetuosos, compartidos, colaboradores
cuidadosos y empáticos, aceptar las diferencias. IDENTIDADADES MASCULINAS,
MARCAS HEGEMÓNICAS. Los modelos tradicionales de ser hombre exigen a los
varones responder en cada una de las etapas de crecimiento a una serie de
condiciones que les permita alcanzar las características de “hombre” desde una
perspectiva hegemónica centrada en el poder sobre los demás, en la
competitividad, en el heterosexismo y con un afán de posesión. Esta historia de
socialización de los hombres (Maison des Hommes) (WELZER-LANG, 1997) (GODELIER,
1982) deja marcas en nuestros 4 cuerpos, nuestras mentes y sentimientos. Marcas
que hay que identificar y erradicar de nuestras vidas, descubrir nuevos
autoconceptos, nuevas formas de definirnos y definir a los demás. A medida que
vamos descubriendo los mandatos sociales que nos enmarcan, denigran e incomodan,
también identificamos e incorporamos a nuestros procesos nuevos conceptos que
los compañeros del grupo y otras personas van teniendo sobre nosotros, se va
conformando una nueva identidad, más congruente con nuestro autoconcepto y
nuestros deseos. Cuando emergen los liderazgos entre nosotros, validamos nuevas
formas de alcanzar objetivos, consintiendo otras posiciones dentro del grupo,
aceptando otros líderes, colaborando, apoyando y buscando alternativas. La
confianza y el respeto para sí y para los otros da lugar a la apertura para
seguirnos explorando. Los juegos y otros ejercicios, nos van permitiendo tener
roces corporales y tocamientos que tienen que ver con una nueva experiencia
homosocial que luego expresamos en nuevos sentimientos. Poco a poco nuestros
deseos de hablar, de compartir nuestras ideas, sensaciones y sentimientos se
van haciendo más libres, pero al mismo tiempo surgen expectativas sobre lo que
sigue, 5 ¿qué más nos espera en esta nueva experiencia?, inquietudes, dudas,
temores…pero además un gran deseo de continuar. VIOLENCIAS RECIBIDAS Y
EJERCIDAS. Nuestras historias contadas van matizadas de recuerdos e imágenes de
abandonos, humillaciones, miedos infundidos, discriminaciones y rechazos, si
bien es sabido, que en más de un 90% de las violencias ejercidas es por parte
de los hombres, sin embargo, estas violencias también van cambiando sus
características con el tiempo y las nuevas circunstancias, y para un trabajo
más integral de nuestras masculinidades creímos necesario hablar también de las
violencias de que fuimos y hemos sido objeto. Hablar de nuestra violencia no es
suficiente, son hechos que sucedieron en circunstancias que pueden ya no estar
presentes, además que son experiencias que están supeditadas a la memoria, a la
interpretación y al manipuleo inconsciente o intencionado de quien cuenta el
hecho violento (HEARN, 1998) Hacer una representación dramática, un
modelamiento de las condiciones en que hemos recibido o ejercido abusos o
violencia nos permite conectarnos con nuestro dolor, vergüenza, culpa. Imágenes
y recuerdos que ahora se reviven en una atmósfera de respeto y confianza, de
acompañamiento y soporte. 6 CONCILIAR CON NUESTRAS PATERNIDADES. El concepto de
paternidad dentro del trabajo entre hombres tiene un sentido de doble vía, por
un lado nos acompaña nuestro referente paterno, recuerdos, imágenes, ideas y
creencias sobre las personas de nuestro sexo que con su presencia o ausencia,
cercanía o distancia, afectos o abandonos, nos fueron dando un sentido de
identidad de género, pero para muchos hombres también nos asaltan las dudas
respecto a nuestras maneras de ejercer la paternidad con nuestras hijas e hijos
biológicos o sociales (adoptados). Hablar de una paternidad afectiva, nos lleva
a recodar vacíos, carencias, escases de contactos físicos, de nuestra
dificultad para demostrar ternura hacia nuestros hijos, un desapego que
tratamos de justificar con nuestras horas laborales fuera de casa, pero que nos
van llenando de insatisfacción, una insatisfacción que nos conecta con nuestras
experiencias tempranas de abandono por parte de nuestros propios padres. Se
llega a un momento en que sentimos una gran necesidad de ser arropados,
protegidos y acompañados por alguien, esta necesidad se ve cubierta cuando se
nos estimula a elegir a un compañero y pedirle, por alguna razón especial,
precisamente a él, que nos abrace, fortaleciéndose este abrazo con un abrazo y
contacto colectivo, lloramos juntos en este nudo humano. 7 Las medidas
correctivas, disciplinarias que se han aprendido y aplicado se manejan en otro
momento, cuando hemos identificado el impacto y las heridas que nuestras
paternidades nos han dejado. El ejercicio autoritario, horizontal o
democrático, se va hablando a través de la historias que cada quien en su momento
desea compartir. EXPLORANDO NUESTRAS SENSIBILIDADES Y SEXUALIDADES. Durante el
trabajo personal y grupal que se desarrolla en los distintos módulos de estas
vivencias, vamos contactando con nuestro emocionar, aún cuando no lo tengamos
claro, aún cuando nuestros sentimientos parecieran en ocasiones ser antagónicos
y nuestros pensamientos confusos. Pero indudablemente que nuestras
sensibilidades están a flor de piel, que es necesario buscar formas de
encausarlas, de acomodarlas, es así entonces, como se inicia una exploración de
nuestras sensaciones corporales mediante el contacto de nuestros cuerpos
concretos, un contacto con nuestros sentimientos que esto nos genera y nos
damos el permiso de vivenciar nuestros erotismos, fantasías, sensualidades y
sexualidades. El despojo de nuestras ropas nos libera de atavismos, nuestros
sentidos se van agudizando, identificamos olores, sabores, colores, sonidos y
texturas. Cuando la necesidad de competir, la 8 discriminación, descalificación
y las jerarquías desaparecen, la confianza, el cuidado, la solidaridad y el
respeto hacen posible aventurarnos a explorar nuestras experiencias con la
homosexualidad y la homofobia, el descubrimiento de nuestra auto gratificación,
la masturbación, la primera experiencia sexual, el homoerotismo, nuestro
lenguaje sexista y la pornografía. Estos aprendizajes entre otros, son
requeridos en esta cultura machista para obtener algún día la credencial que
nos acredite como “hombres”. Si bien en el trayecto de nuestro trabajo
vivencial, hubo tocamientos de nuestras zonas erógenas, de nuestros genitales,
accidentales o intencionados, por lo general hay alguna ropa de por medio, en
este nuevo nivel, hacemos un círculo, nos desnudamos quedándonos en trusa o
calzoncillo, tocamos despacio y con mucho cuidado nuestras manos, la cara, el
pecho, pezones, vientre, pene y testículos, nuestras piernas y pies, repitiendo
el ejercicio de espaldas. Cuando se ha cuidado el contexto, las circunstancias
y la metodología, cuando se ha establecido una atmósfera de tranquilidad,
confianza y respeto entre los integrantes del grupo, nos desnudamos por
completo, permitimos que las diversas manos nos exploren, haciendo lo mismo con
otros cuerpos, hacemos registro de nuestras emociones, escuchamos en silencio
los jadeos y respiraciones agitadas, sentimos contactos de manos temblorosas. 9
En este descubrirnos, nos damos cuenta de ciertas zonas que nos generan mayor
placer, gratificación, pero también aquellas que nos conflictúan. En estos
momentos, nuestros principios, códigos y prejuicios se ponen a prueba, pero en
esta ocasión, no es para competir sobre quienes tiene el pene más grandes o más
chico, más erecciones, eyaculaciones y penetraciones…sino para iniciarse en un
proceso de aceptación individual y colectiva, aceptar los cuerpos, propios y
ajenos tal cual. Aún cuando el cuerpo ha sido un instrumento mediático
sociopolítico usado por algunos hombres, exhibiéndolo públicamente en completa
desnudez, o envuelto en manifestaciones artísticas o publicitarias, no obstante
por lo general el cuerpo lo vivimos desconectado de la vivencia de nuestra
sexualidad. En esta cultura patriarcal, machista, sexista, homofóbica y
heterosexista existe una masculinidad estructural hipervigilante de una doble
moral al servicio de la hegemonía. Deconstruír estos mandatos sociales, implica
el rompimiento de estructuras ideológicas y la creación de nuevos valores o
códigos que nos definan y a partir de esta autodefinición construir otra manera
de describir nuestra realidad, en el caso de nuestras sexualidades aprendemos a
incorporarlas como parte de nuestra identidad corporal y subjetiva. . 10 Vamos
cerrando esta vivencia con un abrazo con cada uno, silencios prolongados,
miradas huidizas, nos tiramos al piso, acostándonos y con los ojos cerrados,
dejamos fluir nuestros sentimientos, las imágenes inmediatas dan vueltas en
nuestras mentes, nos dejamos envolver en algún tema musical hasta que nuestra
respiración se acomoda, nuestros cuerpos se distensan, nos vestimos y poco a
poco nos incorporamos. Hablar a calzón quitado, en cueros, es una experiencia
liberadora, físicamente no hay ya mucho que ocultar, subjetivamente, nuestros
pensamientos y creencias se flexibilizan, se aceptan las diferencias y nuestras
resistencias se debilitan. A partir de aquí, nuestro hablar se acompaña de
escucha, de acompañamiento y empatía, nuestras conversaciones parecieran ser
diferentes, las diferencias de pensamiento solo se escuchan y se aceptan.
Indudablemente que en los momentos que le siguen a esta experiencia, es necesario
dejar que todo se acomode, esperamos un espacio posterior para reflexionar lo
sucedido… una vez llegado el momento, hablamos, voluntariamente, sin presiones
ni prisas. Aún cuando nos sabemos desnudos corporalmente, nos sentimos
arropados, cuidados, con cariño y ternura…la intencionalidad de nuestros
pensamientos y nuestros cuerpos no son el daño del otro, aún cuando estos se
sujeten, se toquen o se 11 rosen. Se cede ante el otro, se comparte, se
integra, se le respeta, esperando igual para si mismo. REFLEXIONES FINALES. Lo
expuesto aquí, forma parte de una experiencia más amplia, de ninguna manera
sustituye el trabajo que se realiza en el programa para hombres que ejercen
violencia hacia sus parejas, o el de masculinidades, estos ejercicios tienen un
formato de taller que se desarrolla simultáneamente con los programas
específicos, por lo general, son 40 horas distribuidas en fines de semana,
buscando los espacios disponibles por los hombres, sin que afecte sus
actividades de trabajo y de convivencia familiar. A lo largo del trabajo entre
hombres, nos damos cuenta que nuestras conversaciones están matizadas de
relatos en donde nuestras relaciones con nuestra pareja, con los hijos o con
otros hombres por un lado están caracterizadas por encuentros, arrebatos,
alegrías, repartos, satisfacciones, vivido como positivo, y por ende,
difícilmente lo compartimos de inicio, y por otro, lo que aparece es ese
contacto de lo vivido como negativo, como son desilusiones, abandonos,
traiciones, heridas e incomprensiones y resentimientos. Nos hemos dado cuenta
que un dato común a todos los hombres no es el episodio final de la violencia,
sino lo que la precede, la concepción de la pareja, del amor, de la relación,
la falta de reconocimiento de la otra persona coincide con la pérdida de una
percepción real de sí mismos. Aparece una dificultad para aceptar la
diferencia, como dice Marco Deriu, 2009, “Todas estas vivencias no son
experiencias en sí mismas, sino etapas de una maduración, necesarias para
aprender a amar, para ser capaces de entrelazar el propio deseo 12 con el de
otra persona, sin ahogar a ninguno de los dos, aprender a coincidir y
separarse, a establecer acuerdos en la proximidad y en la distancia, ambas
cosas son juntas, condiciones del amor”. Consideramos entonces la importancia
de la alteridad, descubrir los límites propios y ajenos, romper con la
simbiosis, buscar nuestra autonomía y autosuficiencia y reconocer al otro, a la
otra en su condición de otro(a) que no soy yo. Los cuatro temas abordados en estos
talleres, Identidades Masculinas-Marcas Hegemónicas, Violencias Recibidas y
Ejercidas, Conciliar con Nuestras Paternidades y Explorando Nuestra Sensualidad
y Sexualidad, han sido temas recurrentes en los programas de violencia y
masculinidades, y que para no desviar la atención ni disminuir nuestra
responsabilidad de parar nuestra violencia hacia nuestras parejas, otros
miembros de la familia o hacia otros hombres, fue necesario abrirnos nuevos
espacios en donde poder respirar mejor, mirarnos a los ojos y respetarnos
mutuamente entre hombres, un grupo en dónde identificar nuestros roles,
analizarlos, evaluar su dimensión y eliminarlos, al cumplir con estos roles nos
limitamos, nos oprimimos a nosotros mismos, motivos por los que necesitamos
liberarnos del sistema de opresión y apoyar a las mujeres para que también se
liberen de sus roles. El proceso de deshumanización o “condicionamiento
masculino” ha sido una dura, larga, sistemática y traumática parte de nuestra
niñez, con el fin de que perdiéramos el contacto con nuestra humanidad de un
modo especial, solo entonces estaríamos dispuestos a no considerar la humanidad
del resto de seres humanos, y poder, así, dañarlos y oprimirlos, en este
condicionamiento reside la clave del machismo masculino. 13 Una estrategia del
sexismo en este sistema patriarcal y machista, es no permitirnos crear
conciencia de cómo nos oprimimos, ni tampoco cómo oprimimos a las mujeres y a
otros hombres. No nos damos cuenta del nivel de maltrato que generamos y
ejercemos sobre el resto de las personas, de sus efectos en la vida de los
demás y en la propia (ODRIOZOLA EZEIZA, 2007) Cada uno de los temas abordados
en los talleres, es vivido por los hombres dentro de un Sistema de Creencias
que marca las pautas de comportamiento de manera diferenciada entre ellos,
relaciones caracterizadas por una asimetría, en donde el ejercicio del poder y
control determina quienes y en qué circunstancias se imponen a otros, quienes
obedecen, quienes se incluyen y quienes no. Identidades Masculinas-Marcas Hegemónicas.-
Reconocer los daños que los mandatos sociales han hecho en nuestro autoconcepto
y eliminarlos e incorporar valoraciones que nos dignifican contribuye a la
creación de nuevas identidades más congruentes. A lo largo de nuestras vidas,
se nos van adjudicando términos que implican cadenas de comportamiento y
actitudes que respondan a las expectativas de quienes nos los designan, que
seamos valientes, callados, responsables, duros, cuando pretendemos salirnos de
estas definiciones generamos malestar, pero se requiere hacer visible aquellos
conceptos que nos incomodan o dañan y descubrir nuevas formas de comportamiento
que sean más congruentes con nuestra manera de pensar y sentir y fomentarlas.
14 Violencias Recibidas y Ejercidas.- Hablar de nuestra violencia no es
suficiente, mucho menos hablar de ella como si fuera cuestión de otras
personas, reconocer que los hombres que hemos ejercido violencia, también hemos
recibido abusos y violencias por parte de alguien que en la mayoría dice
querernos. Cuando representamos el hecho violento que hemos vivido como
agresores o sobrevivientes, reconstruimos la vivencia en un nuevo escenario,
quizá más seguro, menos amenazante y con otros aprendizajes que nos permite
aceptarlo y resinificarlo. Conciliando con Nuestras Paternidades.- En este
espacio, se identifica una mayor fragilidad y dependencia psicológica y de una
menor autonomía por parte de los hombres, la titularidad que proporcionan los
roles de la paternidad como proveedor y jefe de familia, aún cuando no haya que
proveer o cuando se esté ausente de la misma, es un privilegio que pocas veces
nos cuestionamos y que aunque nos vivamos agobiados por ejercer esta
titularidad, nos resistimos a renunciar a ella. Darnos la oportunidad de
pedirle a un compañero del grupo que nos arrope, que nos abrace y acompañe nos
causa dificultad, pero una vez que lo hacemos, surgen sentimientos de
acogimiento, protección y cuidado que nos hace sentir bien. La paternidad por
lo general se plantea como una preocupación por los posibles daños que nuestra
violencia este ocasionando en los hijos, difícilmente identificamos nuestra
propia vivencia en relación a la forma de paternar de nuestros padres, menos
aún de otras figuras paternas significativas que nos rodean en nuestro crecimiento
y que también influyen en nuestra identidad de rol y en nuestra autoestima.
Explorando Nuestra Sensibilidad y Sexualidad.- Por lo general el tema de la
propia sexualidad es evadido durante el trabajo en los 15 grupos, se aborda a
la salida, en otro espacio, y se hace entre bromas y risas o se desvía hacia
temas de homosexualidad de los otros. Nos permitimos en este nivel de trabajo
personal experimentar nuevas sensaciones y explorar nuestra sexualidad cuando
vivimos en un sistema heterosexista, en donde los hombres estamos cargados de
imágenes de una genitalidad sobreestimada y subestimada al mismo tiempo,
aprendida en las conversaciones homosociales sobre penes enormes y pequeños,
erectos, dispuestos a eyacular casi siempre. En este módulo, nos convertimos en
unos irreverentes, permitiéndonos ser quien somos, sin pretender demostrarlo a
nadie, aceptamos nuestra morfología, nuestras limitaciones, estatura y color
del cuerpo, tamaño de los pezones, del pene o de testículos, sin tener que
angustiarnos. Nuestra vivencia homosexual, bisexual u heterosexual, nuestra
homofobia y discriminación, son visibilizadas y aceptadas como parte de nuestra
identidad. El tocar nuestro cuerpo y el de otros hombres, pero además ser
tocado por otros, son experiencias que inician una nueva construcción en la
vivencia de nuestras sexualidades. Durante nuestros procesos en los grupos o en
los talleres, los hombres hablamos de nosotros y de nuestro contacto con el
mundo exterior, gradualmente vamos hablando de nuestro mundo interno, y vamos
entendiendo y ejercitando un tipo de relación diferente con las personas que
convivimos (Relaciones Puras), que Anthony Gidenns, define como relaciones no
dictadas por obligaciones sociales y económicas (obligaciones sociales, valores
religiosos, proyectos familiares, cálculos económicos, relaciones de poder y
coerción) (DERIU, 2009). Al hacer nuestras reflexiones finales después de los
talleres, al escucharnos, nos damos cuenta de que cada módulo nos deja 16
aprendizajes nuevos, sentimientos a flor de piel por las experiencias vividas
algunas nos parecen agradables, otras desagradables, que no nos gustaron o nos
incomodaron, nos confirman alguna idea o nos confunde, expresamos relajamiento,
tensión o deseos de dar seguimiento a aquellos aspectos que nos inquietaron o
bien que nos generaron placer y satisfacción. Nos damos cuenta que la falta de
reconocimiento de la otra persona, coincide también con la pérdida de una
pérdida de una percepción real de sí mismo. La incomodidad, los conflictos, las
angustias y desajustes que emergen en esta experiencia de hablar entre hombres
a calzón quitado, en cueros…son interpretados como señales que algunos
aprendizajes que nos fueron útiles, dejaron de serlo. Que hoy nos dañan. Hacer
un despliegue de nuevas imágenes de nosotros mismos, a partir de distintas
visiones posibles de nuestra historia, afianzará nuestras capacidades de
modificación y transformación. Enfrentarnos a lo desconocido y a las
vicisitudes que surjan, nos pondrá en contacto con el desafío de estar vivos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. (*) Director del
Colectivo de Hombres Nuevos de la Laguna, A.C Torreón, Coahuila, México. DERIU,
M. (2009). "Amor y Reconocimiento: La Violencia Masculina y el Sentido de
Nuestras Relaciones". GODELIER, M. (1982). "What is a sexual act?
Antropological Theory, Vol.3, No.2, SAGE Publications , 179-198. HEARN, J.
(1998). "The Violences of Men". London: SAGE Publications. KAUFMAN,
M. (2002). "Cracking the Armour" Power, Pain and the Lives of Men.
Toronto, Canada: Viking. 17 MATURANA ROMESIN, H. V.-Z. "Amor y Juego:
Fundamentos Olvidados de lo Humano". Desde el Patriarcado a la Democracia.
ODRIOZOLA EZEIZA, P. X. (2007). "El Sexismo, La Masculinidad de los
hombres y su liberación". Donostia: EUSKAL Herria. RAMIREZ HERNANDEZ, F.
A. (2000). "Violencia Masculina en el Hogar". México, D.F.: Pax
México. WELZER-LANG, D. M. (1997). "Les abus dits sexueles en prision: Une
affaire d'hommes". Les Traboules, Association de