MASCULINIDADES BIOTRANSCENDENTE

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Varones en la prevención de la violencia de género. Hombres Renunciando a su Violencia Resinificar la identidad masculina, es cómo nos salimos los hombres de esta trampa que hemos construido.

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domingo, 22 de noviembre de 2015

EL MACHISMO, DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO

EL MACHISMO, DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO

Significado y consecuencias del trato discriminatorio a las mujeres

El machismo es fruto de múltiples factores. Todas las sociedades han vivido y viven expresiones de este fenómeno que causa muchas víctimas en diferentes contextos.
“Machismo” es un término acuñado en el contexto latino, pero su forma de expresión es común a muchas culturas e ideológicamente multidimensional.

¿Qué es el machismo?

También conocido como androcentrismo (el varón como centro), supone una actitud de menoscabo, desprecio y discriminación hacia la mujer. Ideológicamente sostiene que el varón es superior y la mujer debe estar unilateralmente sometida al mundo masculino. No hay base sostenible para dicha idea; por lo tanto, se trata de una construcción cultural.

¿Cómo se expresa?

En algunas sociedades se vive el machismo con un abierto desprecio hacia la mujer que se manifiesta en la obligatoriedad de utilizar determinadas vestimentas elegidas por varones, cumplir algunos roles fijos e inamovibles y tener una conducta servil hacia el género masculino.

 En otros grupos sociales, que han luchado por la discriminación contra la mujer, el machismo se expresa en actitudes más sutiles, como pagar mejores salarios a los varones por desempeñar funciones similares o iguales a las de las mujeres, o conceder a los hombres los mejores accesos a puestos de responsabilidad gerencial, política o religiosa. También se observa en mensajes publicitarios que de un modo u otro denigran a la mujer o la relegan a funciones como el hogar y la familia.

Cómo sufren las mujeres el machismo

En muchos sentidos, las mujeres criadas en un contexto machista sufren problemas de:
  • Autoestima. Se les hace creer desde pequeñas que son inferiores.
  • Falta de oportunidades. En países donde la discriminación de la mujer es práctica habitual, los varones tienen un mayor acceso a la educación pública o superior. O bien, a las mujeres se les impide avanzar en sus carreras. Margaret Maruani, directora de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, llama a esto "un pantano de desigualdades estancadas".
  • Violencia de género. El machismo crea las condiciones ideológicas para que se produzca la violencia por motivos de sexo. Más mujeres son maltratadas en contextos machistas que en otros ambientes más favorables a la integración de los sexos.
  • Distorsiones religiosas. En contextos androcéntricos, las religiones se convierten en entes validadores de la discriminación y menoscabo de la mujer.
  • Abuso sexual. Se expresa en formas sutiles, como tratar a la mujer como objeto sexual, y en situaciones que abiertamente atropellan la dignidad y los derechos del mundo femenino al considerar que son “servidoras” sexuales de los varones.

El machismo también afecta a los hombres

Sin embargo, no sólo las mujeres sufren las consecuencias. El machismo también perjudica a los varones, que deben enfrentar:
  • Violencia de género. Existe cuando las mujeres les exigen o violentan para que no se comporten como “mujercitas” o “afeminados”, cuando se interesan en aspectos que no son tolerados por los “machos de la manada". Esto favorece, entre otras prácticas, la homofobia.
  • Poca inteligencia emocional. Puesto que se les enseña a los varones a no expresar de una manera abierta y asertiva sus emociones, sino a callarlas, anularlas o negarlas, por considerar que ciertas manifestaciones emocionales son propias de mujeres: llorar, tener miedo, sentirse inseguro, interesarse en el arte, etc.
  • Educación sexista. Se los educa para comportarse como machos y para tratar a las mujeres como seres inferiores, provocando con eso serias distorsiones en su desarrollo e identidad personal.
  • Fracasos matrimoniales. Muchos varones machistas se topan con que su conducta los lleva a fracasar en ámbitos en los que no están preparados para manejarse bien, como el matrimonio, considerado dominio de la mujer (la palabra "matrimonio" viene de la expresión latina matri -mujer- monio -dominio-).

Las causas del machismo

Las conductas machistas no son producto de un solo factor, sino de una combinación de situaciones que, mantenidas en el tiempo, promueven esta situación.
  • Educación sexista. Por mucho tiempo se “educó” sólo a varones, por considerar que las mujeres no eran aptas para aprender. Sin embargo, aunque hoy no se practica dicho modelo arcaico en la mayoría de los países, aún se privilegian modelos de enseñanza donde el centro es el varón.
  • Enseñanzas religiosas sexistas. La religión es uno de los aspectos formativos y culturales más importantes a la hora de fomentar el machismo. Muchas religiones promueven interpretaciones de la realidad donde la mujer es vista como “la mala” o "la pecadora” que tienta al hombre y contamina el universo, y otras expresiones que sólo sirven para denigrarla.
  • Leyes discriminatorias. Votar, tener propiedades, decidir sobre sus propios cuerpos o su educación ha sido una lucha ardua, porque en muchos sentidos las leyes han propiciado un entorno de discriminación que favorece a los varones. Por ejemplo, aún hay países donde la violación de la mujer no es penada por ley.
  • División del trabajo. Históricamente se ha supuesto que el trabajo de la casa y los hijos es ámbito de la mujer y, por ende, el manejo del dinero y el trabajo fuera del hogar son tareas del varón. En la práctica, este modelo permite la discriminación de hecho y mantiene el machismo.
  • Medios de comunicación. Los medios de comunicación de masas (cine, televisión, música y radio) contribuyen en gran medida a mantener algunos de los estereotipos del machismo.

¿Cómo enfrentarlo?

Cambiar las actitudes machistas implica un proceso de análisis profundo de la educación que se entrega desde el hogar hasta la universidad, cambio de políticas sociales, transformación de los medios, reelaboración del trabajo, etc.
El medio más efectivo para cambiar las actitudes machistas es la educación, tanto la formal como la informal que se da en los ámbitos familiares, religiosos o culturales.
Luchar por una integración de los sexos que sea justa, ecuánime y positiva es una responsabilidad compartida, tanto por varones como mujeres que sostienen una vida emocionalmente inteligente



MACHISMO


A continuación les comparto, amigos lectores, un artículo acerca de un fenómeno social de todos los tiempos que, a pesar de lo que pudiera decirse en contrario, aún persiste en nuestros días, en todas las esferas sociales: El Machismo.

También existe una rica tradición literaria que prolifera la imagen machista mediante el desdén o maltrato de las mujeres como en las diversas obras del tema de Don Juan Tenorio.
En América Latina hay autores que identifican el machismo con la "otra cara del marianismo".

 

Formas de machismo 

Tradicionalmente el machismo ha estado asociado a la diferenciación de tareas entre hombres y mujeres, y a la subordinación de las mujeres en muchas sociedades. En todas las sociedades que han existido, los hombres en general han tenido mayor poder y estatus que las mujeres. En las sociedades modernas, las actitudes machistas tratan de justificar la mayor comodidad, preponderancia y bienestar de los hombres.

En ese sentido, se considera que es fruto del machismo que el trabajo más reconocido o menos fatigoso sea asignado a los hombres. También es parte del machismo el uso de cualquier tipo de violencia de género con el fin de mantener un control emocional o jerárquico sobre ellas. De hecho, el machismo es considerado como una forma de coacción no necesariamente física, sino también psicológica, siendo esta forma de expresión protectora una discriminación, ya que se ven subestimadas las capacidades de las mujeres alegando una mayor debilidad.

Hoy en día el machismo está considerado como una opresión hacia el sexo femenino y una de las más importantes lacras sociales. El machismo no solo es causante directo de la violencia de género o violencia contra las mujeres, sino que a menudo lo es también de otros tipos de violencia doméstica.

El machismo, asimismo, castiga cualquier comportamiento que consideren femenino en los varones, lo que es la base de la homofobia. Ya que un comportamiento o preferencia sexual diferente de las que propugna típicamente el machismo, contribuye a diluir la diferenciación estereotipada del machismo.

También se han visto extrañas formas de machismo, pero la más rara es la denominada comúnmente como ser machista en una cosa.

Causas del machismo 

El machismo ha sido un elemento de control social y explotación sexista en muchas culturas. Algunos factores mencionados y que podrían ser causa de su continuidad serían: "los matriarcados".
·  Leyes discriminatorias hacia la mujer.     Diferencia de tratamiento en el caso del adulterio: en algunas culturas, el adulterio, o el embarazo previo a la concertación del matrimonio son castigadas con la pena capital. o    Necesidad del permiso del varón para realizar actividades económicas.    Negación del derecho a voto o de otros derechos civiles.

·  Educación machista desde las escuelas y la propia familia, por el cual el proceso de enculturación trata de justificar y continuar el orden social existente. Eso incluye consideración de valores positivos la sumisión al marido, el matrimonio y la procreación como una forma preferente de autorrealización. Hasta los movimientos de emancipación femenina de este siglo muchas de las mejores escuelas universitarias y profesionales no admitían mujeres como por ejemplo: Princeton, Yale, Harvard, Oxford y Cambridge.
En ciudades como Nueva York, París y Londres, no fue hasta la segunda mitad del siglo XX que les fue permitido a las mujeres el uso de pantalones en lugares públicos.

·  Discriminación en el ámbito religioso, en países de predominio musulmán, en el cristianismo, en los ortodoxos judíos, en el hinduismo, etcétera. La Biblia contiene expresiones que son consideradas por algunas corrientes como machistas, por ejemplo, "la esposa de Noé", "las hijas de Lot", "la suegra de Pedro", las cuales son interpretadas como un indicio de posesión, lo cual se acentúa al no mencionar el nombre de estas mujeres del Antiguo Testamento. Otro ejemplo en el Nuevo Testamento es la expresión en la primera epístola de Pablo a los Corintios 14:34 (Versión Reina-Valera 1909) que dice: "Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar".

·  División sexista del trabajo, por el cual se prefieren a otros hombres en puestos decisorios. Originalmente la división sexista se fundamentó en la diferente capacidad física y muscular, en la que los hombres tenían ventaja comparativa; En cambio, en la sociedad actual la fuerza física perdió importancia, mientras que las capacidades intelectivas y las habilidades sociales fueron ganándola, lo que ha contribuido a la incorporación de muchas mujeres al trabajo asalariado. También se refiere a un pago de salario menor a las mujeres que a los hombres a cambio del mismo trabajo. El comportamiento sexista se debe a los prejuicios cognitivos de efecto Halo respecto a la fuerza, efecto de carro ganador, y a otros efectos como falsa vivencia por parte de los que quieren mantenerlo, que más tarde se convierten en falacias de apelar a la tradición, falacia por asociación y generalizaciones apresuradas.

· LLos medios de comunicación y la publicidad sexista, al realzar ciertas conductas o modelos, como si fueran los más adecuados o típicos de las mujeres.
·  Inseguridad: Este es un elemento a considerar. Algunos psicólogos han mencionado que si el hombre o mujer tienen baja seguridad personal pueden reaccionar violentamente ante situaciones que consideran amenazadoras.

El debate por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual acaparó casi por completo la agenda política de la mayoría de los medios durante las últimas semanas. Por los programas de televisión desfilaron diputados, senadores, periodistas, directivos de grupos multimediáticos, constitucionalistas, opinólogos y representantes de algunas organizaciones sociales. Hubo algunas voces que, sin embargo, no salieron en televisión, pero se expresaron en las audiencias públicas y en algunos medios alternativos: las de los y las activistas de las organizaciones de la diversidad sexual. María Rachid, presidenta de la Federación Argentina LGBT, fue una de las que se manifestó, a favor de la ley.

El papel de los medios en la reproducción de los prejuicios o, por el contrario, su refutación, es importantísimo, porque son formadores de opinión y porque a través de los medios nuestras voces pueden llegar a mucha gente o ser silenciadas. La concentración actual de medios en pocas manos, lejos de garantizar la libertad de expresión, ha permitido que un discurso que discrimina y estigmatiza a las diversidades sexuales –como lo hace con otros grupos sociales– hegemonice la comunicación masiva.

La forma en la que los medios, especialmente la televisión, dan cuenta de la diversidad sexual, salvo algunas excepciones, va de los chistes homofóbicos de Tinelli a las representaciones basadas en estereotipos que se ven en muchas ficciones o la invisibilización de nuestras voces en los programas periodísticos y noticieros. El tratamiento que se le ha dado a Zulma Lobato es un ejemplo paradigmático. ¿Te imaginás si Zulma, en vez travesti, fuera afrodescendiente, y la ridiculizaran por eso? Sería un escándalo. Pero parece que, tratándose de una travesti, está naturalizada la posibilidad de burlarse de ella.

 invisibilización?

Por ejemplo, en las series o novelas, casi nunca vas a ver personajes gays, lesbianas o travestis en situaciones cotidianas que reflejen nuestras vidas como realmente son. Cuando aparecen, casi siempre es para contar historias sórdidas, extravagantes, desde el lugar de lo “raro” y esos personajes se construyen con rasgos estereotipados que nos ridiculizan. Nosotros y nosotras nos enamoramos, tenemos familias, nuestros hijos e hijas van a la escuela, contamos con encuentros y desencuentros afectivos, problemas económicos y de diván. Pero nuestras familias y nuestras historias no forman parte de las representaciones de la sociedad que salen en la tele y llegan a todos los hogares.

¿Y en los noticieros o programas periodísticos?

Muchas veces me suena el celular y es el productor de algún programa, que me dice: “María, necesito una lesbiana de entre 16 y 20 años, clase media, así y asá”. Me lo piden como si fuera un supermercado. Nos llevan al programa para presentarnos como “el caso” que da su “testimonio”, y después otros invitados –cuyas voces tienen más autoridad– discuten si nuestra vida está bien o mal. Siempre tiene que estar “la otra campana”, generalmente un cura, que se opone a nuestros derechos. Es como si llamaran a la DAIA para pedir que manden a un chico judío y lo sentaran con un neonazi y un “especialista en judíos” para discutir si está bien o está mal que los judíos tengan los mismos derechos. Nosotros vamos y tratamos de usar esos pocos segundos en televisión para hacer oír nuestra voz, pero siempre es en ese contexto. No te sientan a la mesa con un diputado para debatir el matrimonio o la ley de identidad de género, te sientan con un cura o un psicólogo. Pero el ejemplo más elocuente es la Marcha del Orgullo: la cobertura que hace la televisión sobre la marcha es vergonzosa.

¿Por qué?

—En la última, hubo más de 40 mil personas. ¿Cuántas movilizaciones juntan tanta gente, encima sin recursos ni difusión previa en los grandes medios? Expresamos reclamos políticos y sociales muy importantes, con discursos fuertes y una multitud coreando frente al Congreso la consigna “voten nuestras leyes”. Pero ningún canal de televisión mostró eso. Vinieron, pero lo que salió en los noticieros fue una nota amarillista. Muestran los cuerpos de cerca, pero callan las voces. Si Blumberg o De Ángeli reúnen 40 mil personas para pedir leyes sobre seguridad o cambios en las retenciones, los discursos salen enteros en vivo y en directo, hay un helicóptero filmando desde arriba para que se note que hay mucha gente y después los invitan a todos los programas a debatir con los políticos. El rabino Bergman reunió menos de mil personas contra la Ley de Medios y salió casi en cadena nacional. Nosotros y nosotras, sin canales de televisión llamando a la gente a participar, sin estructuras, a pulmón, reunimos más de 40 mil personas y le gritamos al Congreso que vote nuestras leyes, pero ningún programa periodístico habla del tema ni nos invita. Tampoco muestran la multitud desde el cielo: lo que se ve son primeros planos de tetas y culos y algunos testimonios individuales sin contenido político. En vez de mostrar la Marcha del Orgullo como una manifestación multitudinaria que expresa demandas de un sector de la sociedad, la muestran como una nota de color.

¿Qué cambiaría de eso con la nueva ley?

Lo más importante es terminar con la concentración, que haya más voces. Que haya medios en manos de la sociedad civil y de otros actores. Hay que pensar articulaciones que permitan una mayor diversidad, para que el conjunto de los medios sea un reflejo más cabal de esta sociedad diversa y no haya un solo sector hegemonizando lo que se comunica masivamente. Entonces, esa mirada de los medios actuales sobre la diversidad sexual seguirá existiendo, pero habrá otros medios mostrando otras miradas. No sólo las nuestras, también las de otros sectores sociales que hoy no tienen voz.

En una declaración que firmaste decís que el grupo Clarín no es un problema para Kirchner sino para el conjunto de la sociedad. ¿Por qué?

Porque concentran tantos medios que tienen un peso muy importante. Pueden influir en las decisiones políticas y generar opinión para que las cosas vayan para donde ellos quieren. Si mañana comienza el debate por el matrimonio entre personas del mismo sexo en el Congreso y el grupo Clarín, por su relación con la Iglesia, decide jugar en contra, va a ser mucho más difícil, porque ponen un par de tapas y los políticos se asustan. La campaña feroz que están haciendo contra esta ley es una prueba de eso.

La ley incorpora una cláusula contra la discriminación en los medios que incluye la orientación sexual y la identidad de género. ¿Cómo te imaginás que pueda aplicarse sin que se diga que atenta contra la libertad de expresión?

Es importante porque es la primera ley nacional que habla de orientación sexual e identidad de género. Ni siquiera la Ley Antidiscriminatoria lo hace y llevamos años tratando de que se modifique. Habrá que ver cómo se reglamenta y qué criterios adopta la autoridad de aplicación, pero lo importante es acabar con el doble estándar: si un conductor se burla al aire de una persona mayor o dice alguna barbaridad sobre los judíos, nadie diría que sancionarlo va contra la libertad de expresión, pero si dice que los gays y las lesbianas somos pervertidos o anormales, algunos piensan que está ejerciendo su derecho a decir lo que piensa.

LA HEGEMONÍA DE LOS MEDIOS


El presidente de Telesur afirmó, a comienzos de año, que la "hegemonía de los medios" era un instrumento necesario para la revolución. Dos elementos importantes se desprenden de esa afirmación, primero, la constatación –nuevamente– de que los medios –y los discursos– constituyen la tribuna donde nuestra política tiene lugar, acontece; segundo, esta apelación a la estrategia hegemónica pone en evidencia modos de proceder y mecanismos bien delimitados para la consolidación de la "revolución".


Como respuesta inmediata, quizás, habría que negarse a los discursos, hacer ejercicios continuos de sospecha, inventar un "habla fragmentaria"; habría que pensar nuevas formas de decirse, de decirnos, que pudieran soslayar el porvenir de reincidencias que amenaza.

La aparición de esta "finalidad" en el horizonte político es iluminadora: no se trata de prohibir la "libertad de expresión" sino, más dramáticamente, de intentar que sea
imposible pensar en algo distinto, imposible tener opiniones contrarias, disentir o interpretar.

Teóricamente, la hegemonía constituye un ejercicio de dominación o supremacía de un grupo social –ideológicamente determinado– sobre otro, a través de la dirección política, intelectual y moral.
Los seguidores del Marxismo, y ese es quizás uno de sus anacronismos, entienden que las sociedades están siempre sometidas a juegos hegemónicos. Estas relaciones hegemónicas pueden ser mera dominación o, como pensaba Gramsci, la posibilidad de construir un nuevo tipo de sociedad, una sociedad ampliada con la que se pudiera superar su fase puramente "corporativa", es decir, su instalación y operación como un entramado de frágiles alianzas y ejercicios de poder excluyentes. Esta hegemonía propone una "sociedad ampliada" en la que los bloques sociales confluyen por eliminación de sus diferencias, por anulación de sus contradicciones. Para ello, la suma de adeptos y el acceso al poder, debería ocurrir integrando, incluyendo, en la red de relaciones que es la sociedad los intereses y necesidades de los distintos grupos sociales, como parte activa del conjunto de proyectos que delinean su destino, su futuro.

En la práctica, sin embargo, la hegemonía es de corte "totalitario", busca, como lo expuso Lenin, convertir las aspiraciones de un grupo específico de la sociedad en "voluntad colectiva y total". Un mecanismo gracias al que una "clase social" –un grupo, un sector– se adueña del destino y futuro de la colectividad, asumiendo tanto su dirección política como su dirección intelectual y moral. Una paradójica "imposición consensuada" que se realiza, aparentemente, a través de alianzas o consensos, pero que realmente está sustentada en el dominio ideológico irrestricto de un grupo sobre otro: un grupo que universaliza –totaliza- su propia perspectiva. La "clase hegemónica", entonces, es aquella que articula a sus intereses a los otros grupos sociales, a través de la dominación ideológica. La dirección intelectual y moral se resuelve por medio del predominio de una base social sobre otras que pasan a ser subalternas; se resuelve cercenando la pluralidad y la convivencia. Un conjunto de ideas se hace "voluntad colectiva" sólo cuando puede silenciar toda voz contraria o disonante.

Esta "voluntad colectiva", con efectos políticos, morales e intelectuales, domina al instalarse –erigirse– como la matriz de producción de sentido que dota de contenidos, siempre unívocos y reducidos a lo mismo, todas las acciones de la sociedad. Lo que se instituye es que un bloque social, constituido como "bloque ideológico" y en oposición a todos los demás, determina pre-juiciosamente toda posible interpretación. El ejercicio de la hegemonía es la confusión de una propiedad particular con lo colectivo, y la estructuración de un destino unidireccional para el devenir social y político.

Entre nosotros, la "voluntad colectiva", tiene la forma de un discurso, en palabras de Foucault, aparece como "el menor espacio posible entre el pensamiento y el habla".
Un discurso, una práctica que permite –o asegura– la transformación de las ideas en acciones o cosas, partiendo y repartiendo enunciados (es decir, proposiciones que al aparecer son ya hechos). Un habla excluyente, una "totalidad cerrada", sin lagunas o espacios blancos, constituida por un número limitado de enunciados que se convierten en "condiciones de existencia" o posibilidades.

Toda hegemonía parte de una idea dual de la realidad, en la que las cosas son o no son, y cuando son, son blancas o negras; una comprensión polarizada –y necesariamente conflictiva– en la que el logro de algo supone la anulación de lo otro. Por ello, la hegemonía es una dinámica compleja, y debe comprender la totalidad de los ámbitos de existencia: se ejercita, a la vez, como dirección política, un momento de fuerza y coerción; y como dirección intelectual y moral, un momento de convencimiento o aceptación. Trasciende y oblitera los consensos, las alianzas instrumentales o estratégicas, apareciendo como una "síntesis más elevada". La "voluntad colectiva", que no es más que la totalización de un conjunto de necesidades o aspiraciones particulares, se hace protagonista de la acción política: un sujeto político universalizado, una voz sin tono ni ritmo.

El uso de la noción de Hegemonía nos sitúa en una sociedad signada por enfrentamientos, y que vive de ellos, en una dinámica de desencuentros, donde la pluralidad deviene incómoda y debe ser sometida "intelectual y moralmente".

No es prioritario el diálogo, los consensos y alianzas, la convivencia, porque en el territorio de las dualidades lo que no es semejante no existe. En este sentido, la hegemonía tiene una importancia cultural ineludible, ya que el ejercicio hegemónico determina la irrupción de una "nueva cultura", de otra concepción del mundo y la vida, una que siempre estará caracterizada por intereses y necesidades particulares que se hacen "actos históricos".

Toda hegemonía determina y encausa –hipoteca– la sociedad y las personas que las constituyen. Su mayor peligro está en la intención de disciplinar las conciencias y los pensamientos, de unificar los puntos de vista, de cancelar las perspectivas, de anular el disentimiento.



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